Algunos sabréis ya, y si no lo sabéis os lo resumo, que la tradición señala al fútbol como un juego practicado principalmemte por las clases trabajadoras, especialmente los irlandeses, en la Inglaterra más industrial de siglo XIX, en contraposición al rugby, más regulado y elitista. No sorprende que muchos de los clubes ingleses más conocidos en la actualidad lleven el apellido de United, en referencia a las unions: los sindicatos de trabajadores que organizaban estos partidos. La expansión industrial que goza Inglaterra en ese siglo hace que el foot-ball se expanda cual virus por los variados destacamentos alrededor del mundo, y España no es una excepción. Consecuencias de ello son, por ejemplo, que el primer club de football surgiera en la zona minera de Huelva (el Recreativo) o que los colores del Athletic de Bilbao sean los del Southampton, después de haber vestido los del Blackburn Rovers.
El foot-ball, pues, ya se conocía en España a finales del XIX y son varias las asociaciones recreativas, pero recordemos que las reglas eran muchísimas menos y las condiciones muy rudimentarias. Generalmente jugaban trabajdores de industria,y Albacete no iba a ser una excepción. Los jovencísimos trabajadores de Locomotoras Albacete tenían la pelota como uno de varios pasatiempos, junto al tabaco, el vino, alguno las putillas, el juego, las peleas, y otros divertidos entretenimientos de la época, pero ¡ay, amigo! Vienen los guiris a poner orden.
El foot-ball, pues, ya se conocía en España a finales del XIX y son varias las asociaciones recreativas, pero recordemos que las reglas eran muchísimas menos y las condiciones muy rudimentarias. Generalmente jugaban trabajdores de industria,y Albacete no iba a ser una excepción. Los jovencísimos trabajadores de Locomotoras Albacete tenían la pelota como uno de varios pasatiempos, junto al tabaco, el vino, alguno las putillas, el juego, las peleas, y otros divertidos entretenimientos de la época, pero ¡ay, amigo! Vienen los guiris a poner orden.
John
Hulse, después de un primer día en aquel frío noviembre manchego ve al salir de la fábrica a los trabajadores con una pelota. Imagínese, amigo lector, a esa banda de hercúleos mozos persiguiendo el balón sin orden ni concierto, con el único objetivo de herirse unos a otros para regocijo general; sin internet, sin un mísero Estudio Estadio donde ver qué hacer con aquella esférica goma cubierta de trapos. Resulta que el bueno de Hulse, además de
ingeniero mecánico era muy futbolero y sin saberlo asentó dos cosas en la
ciudad de Albacete:
1) Un nodo
ferroviario que hizo crecer la ciudad enormemente en el siglo XX
2)La afición al
fútbol que permite a Franklin Albricias impulsarlo
La Lancashire and
Yorkshire Railway, copropietaria de Locomotoras Albacete y jefa de John, fomentaba el foot-ball entre trabajadores para
distraerles de sindicatos y vicios, pero cuando Hulse vio los rudimentos del
fútbol en Albacete, tomó la iniciativa para implantar bien las reglas de
Sheffield y que se jugara como God commands. De este modo, reúne a
trabajadores y capataces en una taberna cercana al Altonzano y explica las
Sheffield Rules para que dejen de jugar como una piara de jabaliés borrachos y enloquecidos.
Para quien no lo
sepa, las Sheffield rules son las reglas básicas del football en
Inglaterra, que se usaron para diferenciarlo de las Rugby rules, dando lugar a
la escisión entre fútbol y rugby. Este documento es el germen de la actual F.A.
inglesa. Volvamos a Albacete. El campo donde
juegan era una era que había junto al -entonces- camino de circunvalación
frente a la actual tienda de la Segunda, entonces llamada "La Era la
Primera", en referencia a la jovencísima madre de la actual dueña del
negocio. Esta foto es un
par de años posterior, pero os da una idea de las condiciones en las que se
jugaba. Total, que John Hulse los convoca y hace dos equipos: uno con obreros
de Locomotoras Albacete, y otro con los ingenieros ingleses (6): 2 directivos,
1 capataz y 3 obreros sueltos
Y se ponen a
acomodar la era a las reglas de Sheffield. Y aquí viene el quid de la cuestión:
el larguero. En las Sheffield rules no hay ni una sola mención al crossbar
-"larguero" en inglés. El crossbar se introduce como enmienda de la F.A.
posteriormente. Así, "reglas nuevas" que no se conocían en España a
finales del XIX pero que ya se empezaban a aplicar en Inglaterra eran el
larguero, los postes redondos, o incluso el área. ¡Hasta entonces el portero
podía coger el balón en cualquier punto de su campo!
Lo que se
encuentra Hulse en Albacete como porterías son dos parejas de póstes, como en
el rugby, sin límite vertical para marcar un tanto, así que les dice a los
manchegos que hay que limitarlas con un larguero mediante una cuerda o cinta. Y la historia se
pone aquí gorrinaca, así que necesito los apuntes literales de mi tatarabuelo
para ilustrar la confusión. Resulta que están todos en la era la Primera
preparando el campo, y John Hulse les señala los póstes.
Otto: "Llónuls está namás que señalando los palos y diciendo
<uinichu puta bar> tol rato y lo estamos tos mirando pero no sentimos
ninguno lo quel muchacho quiere y sa cercao el Rogelio -el capataz de L.
Albacete- y guiñando los ojos paece cace sentido de lo que dice, asica ido anca
la Manola al Alto la Billa y las plicao el pampaneo y que no sabe por qué
insiste tanto el muchacho pero dice que está con mucha pesambre y que paece que
lacen falta una puta de bar en cada puerta y dice la Manola que vale pero a
perra gorda y nada delante la gente que son tos mu bacines y luego la reniegan
las mujeres y lla saben toas de que va la cosa asi ca dicho el Rogelio que
acuerdan y han acordao".
Y en el Archivo
Histórico Provincial de Albacete me han pasado esta foto precisamente de la
Casa de Manuela, que es la Manola (en la silla) a la que se refiere Otto y que
ya ha salido en otras historias. Guadalupe no sabemos cuál es. La foto es de
1900. ¡Muchas gracias! Seguimos
Otto: "Y el domingo por la mañana después de la misa hemos ido tos
a la era y estaban las primericas la Manola y su prima Guadalupe cada una en
una puerta pasando más frío que carracuca y hemos esperao a los ingenieros y
han benío y sa puesto el Llónuls ha hacer aspabientos. No la dicho na a la
Guadalupe y ha buelto a la carreta y ha benío con una soga y estamos tos
mirando pos ha ver cace y ha atao la soga de palo a palo por encima la cabeza
la Guadalupe y la Guadalupe la dicho que no y Llónuls que sí y san fadao ella y
ha ido a Rogelio y la dicho que juegos de sogas ninguno y sa ido y sa ido
tamién la Manola a calmarla pero no han vuelto pero el Llónuls ha seguío con la
soga y luego lo mismo en lapuerta la Manola pero la Manola sa ido lla pero el
ha puesto la soga a la misma altura y la dicho el Rogelio que pa qué quiere
las putas y él no le comprende y ha seguío igual y no entendemos ninguno na ni
sentimos qué dice pero hemos seguío el runrún y han jugao como acordao y
hemos aprendio tos".
¡Ay, fiel lector
y aficionado al Albacete Balompie: que con ayuda del Clockwork Cheese hemos
dado con la explicación gorrinesca de este lío! Está en el primero y más
antiguo de los cuadernos, y lo pongo en el 5º número porque hasta ahora no
tenía ni pajolera idea de qué pasaba. Los pobres Albaceteños oían que John Hulse
decía "Uinichu puta bar", que en inglés medio normal se
transcribe como "we need to put a bar": un fucking larguero era lo
que necesitaban, ¡y en vez de el larquero al pobre ingeniero le traen dos
meretrices!
Al final las
tardes de ese mes en el que los ingleses enseñaron a Albacete los secretos de
la Mikado, dieron de sí el nacimiento del fútbol moderno en La Mancha, y
probablemente en España -ya lo sé, hay focos en Huelva, Cádiz, Cataluña y País
Vasco. Finalmente los Albaceteños aprendieron a jugar a eso del foot-ball
y se fundó el Locomotoras Albacete Balompié, allanándole el camino al bueno de
Franklin Albricias, que sólo tuvo que poner algo de orden.
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